Carlos Salvador: "Fue muy fácil involucrar a las empresas en el proyecto de Frimercat"

Entrevista a Carlos Salvador, ex presidente de Frimercat

¿Cómo nació la idea de hacer un frigorífico como Frimercat? 
Era un servicio que necesitaba el sector. Hasta aquel momento, habíamos pasado con el pequeño frigorífico que había en el Mercado, pero a partir de 1992 las perspectivas de crecimiento del sector se veían frenadas por no tener una instalación más grande. Frimercat sirvió para dar una expansión al Mercado y permitió que las importaciones aumentaran notablemente.

¿Cómo consiguió involucrar a las empresas del Mercado en el proyecto?
Desde el principio tenía muy claro que en este proyecto debía participar todo el mundo. Y, la verdad, es que fue muy fácil animar a todas las empresas. Sinceramente, ¡me quedé muy sorprendido! Cada empresa aportó económicamente lo que podía y de las 54 empresas que éramos en aquel momento, se sumaron 52... Lo recuerdo hoy y todavía me emociono...

Como presidente de Frimercat, ¿qué le ha preocupado más del funcionamiento de la empresa?
Era muy maniático con el mantenimiento y la limpieza de las instalaciones. ¡Con esto he sido muy pesado! (risas). También me preocupaba mucho la modernización de los equipamientos. Todo para dar siempre el mejor servicio y hacer la empresa más rentable.

Con usted al frente, Frimercat amplió las instalaciones y asumió la gestión de la descarga diaria de los productos del Mercado...
Necesitábamos más espacio y compramos otro frigorífico dentro de Mercabarna. Había que profesionalizar la descarga en el Mercado y pusimos en marcha la infraestructura para gestionarla... Siempre hemos mirado hacia delante y todo se ha hecho con dinero, con la colaboración de Mercabarna i, sobre todo, con mucho cariño.

Esta capacidad para impulsar proyectos ya le venía de su etapa en el Gremio de Mayoristas... De hecho, como secretario de esta entidad, vivió todo el traslado a Mercabarna...
Las negociaciones con la administración fueron difíciles. Querían hacer un Mercado con 150 casillas de venta, pero conseguimos que entendieran que 80 eran suficientes para mantener la concurrencia y competencia en el Mercado, asegurando así un tamaño de empresa que permitía dar una oferta adecuada en esa época. Pero, sobre todo, fueron días de mucha expectación, mucho miedo por el cambio y mucho movimiento. Yo, el último día en el Mercado de la calle Wellington, hice aquello que dice la Biblia. No mirar atrás para no convertirme en estatua de sal. Nunca he vuelto a pasar por la calle dónde estaba el antiguo Mercado.

Es aquello que decía de mirar siempre adelante...
En el Mercado antiguo teníamos unas fábricas de hielo que producían 10 toneladas. Con el traslado, un mayorista me dijo: “ahora las haremos de 15 toneladas”. Yo le dije, “¡no! las haremos de 25 toneladas”. “¡Tú estás loco!”, me gritó. Pero es que había que pensar en el futuro...

Se nota que es un hombre de ideas claras y de fuerte liderazgo...
Mi forma de ser me ha permitido conseguir muchas cosas, pero seguro que también me ha hecho perder muchas. ¡No me corto cuando he de decir las cosas tal y como yo las veo! Mira, cuando era presidente del Gremio nos vino a visitar un político importante. La visita era a las 17h. Una hora terrible si te levantas como nosotros a las 2 de la madrugada. Allí estábamos todos los presidentes de los gremios de Mercabarna esperando y el político llegó tarde. Cuando apareció se presentó, pero yo le dije: “Ya sabemos quién es y, ahora, también sabemos que es un impuntual”. Él me respondió, “¡Sí que va fuerte usted!”. ¡Yo soy así! (risas).