Mercè Sousa: "En el Mercado me siento como en casa"

Entrevista a Mercè Sousa, mayorista de la empresa comercializadora hortofrutícola CMR

¿Cómo empezó en esto de la venta al por mayor de frutas y hortalizas?
Mi marido era el heredero de una familia de agricultores de Sant Feliu de Llobregat. Iba cada día al Born a vender sus productos, pero se puso enfermo y me tocó ir a mí.

Y, ¿cómo fue aquel primer día?
No estaba muy convencida de poder hacerlo, pero me fue muy bien. Llevaba 60 sacos grandes de habas y los vendí todos. 

Le cogió el gusto a vender...
Ya me gustaba mucho vender y estar de cara al público. De hecho, antes de casarme había trabajado de dependienta en una ferretería en Sant Feliu. Cuando empecé a ir al Born, vendía la fruta de otros parientes y productores que también eran agricultores, continuando así la trayectoria de la casa CMR. Así, me convertí en asentadora del Born. Después, con la incorporación de mi hijo Carles y el traslado a Mercabarna, se inició una creciente trayectoria que poco a poco nos ha conducido a dónde estamos ahora y con ánimos de no parar!

¿Qué recuerda más de aquellos años? 
Trabajar de noche. Dormíamos muy poco. Pasábamos toda la madrugada en el Mercado y el día en el almacén de Sant Feliu preparando la carga para el día siguiente. ¡Fueron años duros! 

Hoy, ¿cómo es su día a día en el Mercado? 
Estoy en el Mercado desde las diez de la mañana hasta media tarde, así que ¡esto es coser y cantar para mí! (risas). Llego, llamo a mis clientes de toda la vida, les pregunto qué necesitan y hago preparar su pedido. También atiendo a todos los clientes que pasan por el pasillo y se paran. Yo hago ventas pequeñas, de las ‘grandes’ ya se encarga mi nieto.

Los clientes del Mercado han cambiado, ¿no?
Todavía conservo clientes de hace muchos años. Pero si que en este tiempo han ido desapareciendo muchos detallistas, sobre todo, de los Mercados Municipales. Ahora, a muchos de ellos, observo que los están sustituyendo los inmigrantes.

¿Ha tenido que cambiar sus técnicas de venta?
Sigo como siempre, aunque hace tiempo le pedí a mi nieto un móvil para poder hablar con los clientes. ¡Hay que estar al día! Me gusta conversar con el cliente, asesorarlo ¡pero sin engañarlo! Que el género sea bueno es muy importante y de esto entiendo bastante.

La experiencia, ¿no?
De pequeña aprendí a valorar los productos que vendemos. Con 9 años ya iba a recoger fresas por una peseta. El primer día, a la hora de cobrar, el dueño me dijo que no me pagaba. Le pregunté: ¿por qué? Él me respondió: ¡por qué té has comido la mayoría! Al día siguiente no me puse ni una en la boca.

En un día normal, ¿vende mucho?
Ahora hago lo que puedo pero en las buenas épocas me podía sacar más de 1.000 “bultos” (cajas) al día.

¿Qué siente cuando ve la empresa ahora?
Mucho orgullo. He visto como mi hijo ha seguido y ha ampliado el negocio y como lo continúan sus hijos, que son la 5ª generación. Además, ellos tienen estudios, saben idiomas y con esto se abren a nuevos mercados.

¿Usted les aconseja?
¡Uf! Yo conozco mucho el producto, pero ellos ya saben más que yo. Eso sí, siempre los digo que vayan con cuidado y no se dejen engañar...

¿Se ha planteado retirarse?
¡Retirada ya estoy! Pero en el Mercado me siento bien, como en casa, porque llego y veo a mi hijo, los nietos, los mozos... ¡Me gusta estar con gente joven! Yo tengo ánimo para seguir y, además, nadie me ha dicho que no venga (risas).